lunes, 14 de septiembre de 2015

MATERIAL DE EXPOSICIÓN GRUPO 1


 LEON XIII
Breve biografía
Vincenzo Gioacchino Pecci, el sexto hijo de una familia humilde, vino al mundo el 2 de marzo de 1810, en la ciudad de Carpineto, situada al sur de Roma.Vicenzo fue educado primero en el colegio jesuita de Viterbo (1818-24), luego en el Colegio Romano (1824-32) y posteriormente estudió en la Academia de Estudios Eclesiásticos (1832-37).Ordenado sacerdote del Señor en 1837. En 1843 fue consagrado obispo, siendo enviado por Su Santidad Gregorio XVI a Bélgica para asumir allí la nunciatura. Dos años más tarde, nuevamente en Italia, le era encargado el gobierno pastoral de la diócesis de Perugia. En 1853 es creado Cardenal por el Papa Pío IX.
En una serie de cartas pastorales publicadas entre 1874-77 el Cardenal Pecci hacía público su deseo de lograr un mayor acercamiento entre el catolicismo y la cultura contemporánea. El año 1877 es trasladado a Roma y —luego del tránsito del Papa Pío IX— es nombrado camarlengo (Cardenal que administra los asuntos de la Iglesia cuando sobreviene la vacancia de la Sede Apostólica). Será él el elegido, el 20 de febrero de 1878, para sucederle en la cátedra de Pedro.
Su pontificado
 Su Santidad León XIII ha llegado a ser conocido como el primer Papa de las encíclicas. Muy prolífico en su labor magisterial —publicó alrededor de cincuenta documentos—, hizo conocer al mundo entero la enseñanza de la Iglesia iluminando con la luz del Evangelio los más diversos problemas que se iban presentando en su tiempo. La más importante de sus encíclicas, sin duda, es la conocida con el nombre de Rerum novarum, y fue promulgada el 15 de mayo de 1891. Con esta encíclica se iniciaba una nueva etapa conocida como Magisterio Social Pontificio, etapa que de ninguna manera desconoce sino que, todo lo contrario, hunde sus raíces en el Evangelio mismo, así como en el pensamiento y la acción social que, inspirándose en las enseñanzas evangélicas del Maestro, han acompañado a la Iglesia desde el inicio de su caminar. Por medio de esta encíclica el Papa de los obreros, con tono firme, hacía resonar en el mundo entero la voz de la Iglesia que, una vez más, se alzaba en defensa de los débiles, los pobres, los «sin voz». Advertía claramente de los peligros que traerían para el mismo hombre las nuevas concepciones políticas, sociales y económicas que no tomaban en cuenta a la persona humana y que, además, evadían sus responsabilidades sociales por su marcada tendencia individualista. Ciertamente, la creciente pobreza y explotación del hombre por el hombre en el campo del trabajo—hacía necesario este llamamiento universal que, en nombre de Dios y con hondo clamor humano defendiese a los obreros. Al publicar la Rerum novarum, el Papa León XIII mostraba una vez más la profunda preocupación que, como Pastor Universal, movía su corazón para alzar su enérgica voz de protesta al agravarse cada vez más la llamada "cuestión social". No sin razón su encíclica ha sido llamada la «Carta Magna del Trabajo»


Biografía de Pío XI
Achille Ratti nació en Desio, no lejos de Milán, el 31 mayo 1857, las grandes líneas del programa de su pontificado, fue expuesto algunos meses más tarde en la primera encíclica, la Ubi arcano Dei, publicada con fecha 23 dic. 1922.
Condena del comunismo
El inicio del siglo XX se vio convulsionado por el estallido de diversas revoluciones que proclamaban el enfrentamiento entre los seres humanos –la lucha de clases, el aniquilamiento de los contrarios- como única forma de liberación, y que adoptaron un espíritu especialmente materialista y antirreligioso, específicamente anticristiano, ya que la Iglesia proclamaba el Amor como única forma de salvación.
La primera y más importante de ellas llegó con el golpe de Estado de octubre de 1917, que permitió a Lenin hacerse revolucionariamente con el poder en Rusia e implantar el comunismo. Fue la ocasión de aplicar la ideología atea y antirreligiosa que se encuentra en la entraña del marxismo: en 1918 se iniciaba en Rusia una dura persecución contra la Iglesia ortodoxa rusa, y, si inicialmente los católicos fueron menos perseguidos –debido al menor número de fieles-, desde 1923 las leyes antirreligiosas alcanzaron con toda intensidad a la Iglesia católica.
Lenín
En 1927, gobernando Stalin, la jerarquía católica quedó extinguida en la URSS mediante deportaciones, fusilamientos y expulsiones.
En el plano doctrinal, Pío XI, desde los primeros momentos de su pontificado, se ocupó del comunismo para condenar con energía sus errores doctrinales, que lo hacían incompatible con el cristianismo. Pero fue la intensidad de la persecución religiosa en España y en México, así como la terrible situación en Rusia, lo que empujó al Papa a renovar la condena del comunismo ateo mediante la encíclica Divini Redemptoris, en 1937, en los términos siguientes:
“El comunismo bolchevique y ateo” es la causa de que pueblos enteros estén “en peligro de caer de nuevo en una barbarie peor que aquella en que aún yacía la mayor parte del mundo al aparecer el Redentor”. Su éxito se debe, explica el Papa, a su “idea de falsa redención”, que contiene un “pseudoideal de justicia, de igualdad y de fraternidad”; pero también se debe ese éxito “a la defectuosa distribución de los bienes de este mundo” y a que “los trabajadores estaban ya preparados por el abandono religioso y moral en el que los había dejado la economía liberal”.
En la parte final de la encíclica, el Papa subraya de nuevo la primacía del valor de la persona humana y la urgencia de construir “un orden social cristiano”, tarea para la cual se convocaba una vez más a Acción Católica.
La Quadragesimo anno fue una alternativa social a la lucha de clases y al capitalismo: La doctrina social de la Iglesia toma especial relevancia en la encíclica de Pío XI Quadragesimo anno (1931) que conmemoraba los cuarenta años de la Rerum novarum de León XIII. Pío XI plantea una alternativa a la lucha de clases y al capitalismo: una justicia social basada en los principios del Evangelio, manifestado a través de la paz y de la justicia, de la solidaridad, del bien común, de la subsidiariedad, del derecho a la propiedad, del derecho de asociación y del papel fundamental de la familia en la sociedad.
Mussolini y Hitler
Condena del fascismo italiano
El fascismo fue una doctrina política de signo totalitario que estuvo vigente en Italia entre las dos guerras mundiales del siglo XX.
Mussolini gobernó al principio de manera constitucional, encabezando una coalición de partidos, pero pronto se deshizo de los obstáculos que ponían freno a su autoridad e implantó una dictadura. Todos los partidos políticos, excepto el Partido Fascista, fueron prohibidos y Mussolini se convirtió en el Duce (el líder del partido). Se abolieron los sindicatos, las huelgas fueron prohibidas y los opositores políticos silenciados.
Su conflicto con la Iglesia se produjo cuando –coherente con su visión totalitaria- intentó controlar por completo la formación de la juventud italiana. Debido a ello entró en colisión con la Acción Católica (1931). En la encíclica Non abbiamo bisogno, Pío XI hizo una completa defensa de la libertad de la Acción Católica y denunció los abusos de Mussolini.
En el haber de Mussolini está la firma de Pío XI de los Pactos Lateranenses por los que nacía el Estado de la Ciudad del Vaticano, solución que garantizaba a la Santa Sede un mínimo de territorio soberano para hacer posible su independencia frente a los demás Estados.
Los pactos lateranenses fueron un tratado firmado en 1929 entre el Estado italiano y la Santa Sede por el que se creaba el Estado vaticano, con plena soberanía sobre un pequeño territorio, lo que garantizaba su independencia.
Condena del nazismo alemán
El nazismo fue una doctrina política de signo totalitario y racista que lideró Adolf Hitler en Alemania y que provocó la Segunda Guerra Mundial en el siglo XX.
En Alemania, los problemas de la Iglesia fueron más graves por el mayor fanatismo totalitario y pagano del nazismo. El enfrentamiento se inició ya en 1933, al condenar con valentía la jerarquía católica las horrendas leyes nazis sobre esterilización de ciertos grupos sociales y se agravó al comenzar la persecución contra los judíos a la que también se opuso.
En 1936 el choque fue ya frontal. Pío XI decidió redactar y publicar en alemán su encíclica Mit brennender Sorge, de 1937, donde condenaba sin paliativos la entraña doctrinal totalitaria y racista del nacionalsocialismo alemán. Con plena razón podría decir Pío XII en 1939, aludiendo a este valiente documento de su predecesor: “Nadie podría acusar a la Iglesia de no haber denunciado y señalado a su tiempo el verdadero carácter del movimiento nacionalsocialista y el peligro en que él ponía a la civilización cristiana”.
La persecución de la Iglesia en España
El final del pontificado del papa Pío XI coincide con la Guerra Civil librada en España entre los años 1936 y 1939. La difícil situación de la Iglesia española comienza en 1931 con la quema de conventos, pero es durante la contienda cuando la persecución se endurece, especialmente en sus primeros meses. Fueron asesinados un tercio de los obispos, el 13% de los sacerdotes, el 23% de los religiosos e innumerables fieles. Fue también muy marcada la persecución que se realizó contra las cosas sagradas: destrucción de Iglesias y de conventos (más de 20000), imágenes y objetos de culto. Muchos de los mártires de la persecución religiosa en España han sido elevados a los altares por San Pablo II.
Rerum novarum,
 De las cosas nuevas (15 mayo 1891) se dedicó específicamente a la cuestión social que pronuncia S.S. Papa Leon XIII [1] exigiendo:
Que la fuerza de trabajo del hombre no sea considerada una mercancía.
Reconocer el derecho de los trabajadores a constituir sus propias asociaciones (Derecho a la Asociación laboral). Se insta al Estado a reconocer, por ser natural, el derecho de asociación profesional.
*El Descanso dominical.
*La Prohibición del trabajo infantil.
*La Protección a la mujer trabajadora.
*El reconocimiento del justo salario.
*La Previsión social.
*Establecer la adopción, frente al socialismo y al liberalismo capitalista extremo, del principio de colaboración entre clases sociales. Condena la lucha de clases.
*El reconocimiento pleno de la propiedad privada por que era un derecho natural, aunque, dentro de los límites de la justicia.
*La identificación del Capitalismo como causa de pobreza y degradación de los trabajadores.
*Que el Estado tenía la misión de promover el bien público y el privado, confiriéndole, no obstante, un carácter suplementario respecto de la iniciativa privada.
*La encíclica Rerum Novarum destaca el aspecto cristiano del socialismo, pero éste era condenado por materialista y antirreligioso.

QUADRAGESIMO ANNO
Contenido
Hace un análisis de la situación actual desde la siguiente perspectiva: al mercado libre le está reemplazando la dictadura económica. Al propugnar el Papa la restauración del orden social (esto constituye la finalidad de la encíclica), tiene en cuenta los tres sistemas vigentes (capitalismo, marxismo y totalitarismo) y hace una crítica descalificadora de los tres. Del capitalismo condena la acumulación de ganancias que hace el capital, la ley de la oferta y la demanda sin control y un falso concepto de libertad que sólo beneficia a los más poderosos. No admite el comunismo por el rechazo que hace de la propiedad privada, y por la lucha de clases como motor de la historia; reconoce que el socialismo ha aminorado los postulados del marxismo, pero su comprensión del hombre y de la sociedad no puede ser asumida por un católico. El totalitarismo no se puede aceptar porque sitúa al Estado por encima del individuo y no pone en práctica el principio de subsidiariedad. . (El principio de subsidiariedad, en su definición más amplia, dispone que un asunto debe ser resuelto por la autoridad (normativa, política o económica) más próxima al objeto del problema)
Tras hacer un resumen de las intervenciones anteriores de León XIII en los temas más sociales, hace un elogio de la Rerum novarum sea por su oportunidad (la penetración de un nuevo sistema económico y el desarrollo industrial habían producido una fuerte división de clases sociales). Luego resume la misma encíclica recordando el modo en que León XIII se hizo cargo del problema de los obreros sin pasar por el liberalismo ni por el socialismo.
El Papa Pío XI recuerda también los frutos que dio la encíclica: el hecho de que los gobernantes que hubieron de reconstruir el mundo después de la Primera Guerra Mundial se rigieran en cierta medida por los principios enunciados por la Rerum Novarum, la mejora de la situación de los obreros y las líneas dadas sobre sus asociaciones.

A continuación el Papa Pío XI retoma las enseñanzas del Papa León XIII sobre la capacidad que la Iglesia tiene de intervenir en los problemas económicos y sociales con oportunas líneas e indicaciones por parte del Magisterio.
Afronta el tema de la propiedad privada recordando que León XIII no hizo una defensa a ultranza de la propiedad privada a costa de la comunidad o de la sociedad, sino que mostró su doble carácter haciendo hincapié en el problema que en aquel entonces más se debatía ante las teorías socialistas. Quienes niegan el carácter social y público del derecho a la propiedad pueden caer en el individualismo; pero quienes disminuyen o rechazan este carácter caen el en colectivismo. De ahí que, como se dice en la Rerum novarum el derecho de propiedad se distinga de su ejercicio (cf. núm. 19).
Defiende el Papa Pío XI el salario aunque aconseja que los contratos de los trabajadores se hagan no tanto como “contratos de trabajo” sino como “contratos de sociedad”. Luego recuerda que al fijar el sueldo se han de tomar en cuenta diversos factores y no solo el valor del fruto producido por el trabajador. Éste ha de recibir lo necesario para afrontar el sustento de su familia y tal sustento se viera afectado por aumentos de precios de productos de necesidad u otros de esa índole, esos cambios deberían darse también de manera proporcional en el sueldo. También ha de considerarse la situación de la empresa y del dador de trabajo.
La encíclica ofrece una renovada condena del comunismo al recordar los numerosos crímenes que se le achacan en Europa del Este y Asia. Asimismo, el Papa da unas guías para quienes deseen hacer apostolado entre los socialistas (que mitigan tanto la concepción de la lucha de clases como de la propiedad privada): no se permite ninguna connivencia con el error sino buscar y mostrar claramente la verdad. En efecto indica:
Considérese como doctrina, como hecho histórico o como "acción" social, el socialismo, si sigue siendo verdadero socialismo, aun después de haber cedido a la verdad y a la justicia en los puntos indicados, es incompatible con los dogmas de la Iglesia católica, puesto que concibe la sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana.


Principales aportaciones de Q.A.:

Pío XI hace en esta encíclica dos aportaciones muy importantes: actualiza la reflexión de la DSI a los problemas actuales, y sitúa la cuestión social en los sistemas existentes que, además, están enfrentados. La perspectiva propia de su tiempo le llevó a no matizar adecuadamente la relación entre ser socialista y católico, así como la "prohibición de huelgas" que se daba en la Italia de Musolini. La distinción que hace entre comunismo y socialismo es importante y matizada, aunque termina invitando a los católicos que se han pasado a las filas socialistas a que vuelvan a ámbitos más cercanos a la Iglesia.

Q.A. hace una gran aportación al hablar del contrato de trabajo, que después sería ampliamente desarrollado en la doctrina social de los Papas posteriores. También clarifica un tema que era objeto de discusión: si un cristiano podría militar en un sindicato no católico; Pío XI dice que con ciertas condiciones puede pertenecer a un sindicato neutro.
El panorama histórico que antecede a la encíclica es que: se vivía cada vez y en mayor escala una actitud de indiferencia, no sólo hacia Dios, sino también ante las miserias ajenas. El liberalismo filosófico nutría con sus ideas al sistema económico que conocemos como capitalismo liberal. La utopía de los idealismos socialistas, principalmente de origen marxista, fomentaba las inconformidades y los reclamos de los trabajadores y los  empujaba a la lucha de clases. Se necesitaría estar ciego para no ver la pobreza escandalosa de los asentamientos humanos en los barrios proletarios, la carencia de lo necesario para vivir dignamente, esas familias no vivían, subsistían. La moral individual, la resignación de algunas personas y  la exhortación a la generosidad de los ricos con los desposeídos es la voz de algunos autores por despertar una conciencia social. Si bien hay que recordar que varios eclesiásticos y laicos habían precedido, denunciado y actuando con sentido social.



Algunas propuestas más concretas son:

Reforma ajustada de la economía a la razón iluminada por la caridad cristiana.
Colaboración mutua y armoniosa de todas las actividades humanas en la sociedad.
Reconstrucción del plan divino para todos los hombres.
El enriquecimiento es lícito siempre que no menoscabe los derechos ajenos.
"Ley de la templanza cristiana" contra los apegos desordenados, que son una afrenta a los pobres, y que se basa en "buscar primero el reino de Dios y su justicia".
"Ley de la Caridad", mucho más amplia que la pura justicia.
Igualdad radical de todos los hombres en la misma familia de hijos de Dios, encarnado en el hijo de un carpintero, para potenciar mutuo amor entre ricos y pobres.

El papa, recomendaba que los católicos, si así lo deseaban, organizaran partidos socialistas propios y uniones de trabajadores bajo principios católicos.

De esta manera, la Iglesia buscaba un camino intermedio entre el socialismo marxista y el capitalismo.



Mater et Magistra, para entender y reflexionar la Encíclica

Ya habían pasado setenta años de que León XIII había escrito la encíclica conocida como la Carta Magna del Trabajo , cuando el 15 de mayo de 1961 Juan XXIII dio a conocer su enseñanza social en Mater et Magistra.       

MATER ET MAGISTRA
Encíclica Mater et Magistra, Juan XXIII.
Carta Encíclica promulgada por el Papa Juan XXIII el 15 de mayo de 1961.
El desarrollo económico en el orden internacional.
CONTEXTO.
Ya habían pasado setenta años de que León XIII había escrito la encíclica conocida como la Carta Magna del Trabajo , cuando el 15 de mayo de 1961 Juan XXIII dio a conocer su enseñanza social en Mater et Magistra .
Los problemas sociales de más de un siglo todavía persistían y después de setenta años se requería más precisión en las enseñanzas de León XIII.

¿Hasta dónde a de darse la intervención de Estado en la Economía?, ¿El deseo de participar responsablemente en la vida económica y social por parte de los trabajadores es legitimo? Mater et Magistra también tenía que abordar la cuestión de la explosión demográfica,  pues se necesitaba la voz defensora que resguardara la dignidad de la persona.

Se daba todavía la confrontación de unas naciones contra otras, por lo que se esperaba que el Romano Pontífice se pronunciara por el entendimiento internacional de carácter ético ya que sin moral y sin Dios, la violencia podría  traer el aniquilamiento de la humanidad con el empleo de armas de destrucción masiva.

CONTENIDO
Mater et Magistra

Revisa los puntos más importantes de las encíclicas anteriores Rerum Novarum y Quadragesimo Anno . Ante las necesidades de su época SS. Juan XXIII, advierte que la cuestión social tiene una dimensión mundial y que así como se puede hablar de personas pobres, también se ha de hablar de naciones pobres. Insiste categóricamente en la importancia y trascendencia de la dignidad de la persona humana, en la valoración del trabajo y en su justa remuneración. Reconoce que la economía es ante todo obra de la iniciativa de los particulares, pero que se necesita la intervención subsidiaria de los poderes públicos. Subraya la importancia de la creciente sociabilidad humana en sus diversas manifestaciones en el mundo.
Reafirma las enseñanzas anteriores sobre el salario, cuyos parámetros para fijar un monto menciona: la dignidad de la persona humana y de su familia la aportación efectiva del trabajador; la posibilidad económica de la empresa; la situación económica de la nación y la situación de la economía a nivel mundial. Enseña una vez más la dimensión ética de las estructuras económicas de la propiedad con función social.

Muestra el derecho de los trabajadores de sindicalizarse. Reafirma lo inaceptable del liberalismo. Reconoce la importancia de la familia. Resalta el destino universal de los bienes y la opción del orden social fundado en la justicia y en la caridad. Por primera vez destaca el problema del campo y sugiere algunas soluciones. Recuerda que la Doctrina Social de la Iglesia tiene como fundamento, causa y fin al hombre integral. En todo el documento aparece la necesidad de la justicia en los diversos niveles de la convivencia social. Pugna porque las relaciones humanas se construyan en la verdad, la justicia y el amor fraterno.







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