jueves, 17 de septiembre de 2015

MATERIAL DE EXPOSICIÓN GRUPO 3



Un resumen de la Encíclica “HUMANAE VITAE”

18/07/2014 | Categoría: Familia,Últimas entradas | Escrito por: admin
El 25 de julio de 1968 el Papa Pablo VI publicaba la encíclica “Humanae Vitae”, que aborda la cuestión de la transmisión de la vida y el problema de la natalidad.
Respecto a esta encíclica, el Papa Francisco ha resaltado su “genialidad profética”, pues “pues tuvo el coraje de ir contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de aplicar un freno cultural, de oponerse al neomalthusianismo presente y futuro” (entrevista publicada en diario La Nación del 5 de marzo de 2014).
Ofrecemos a continuación un breve resumen de la misma.
La encíclica tiene tres capítulos: el primero, dedicado a describir lo que el Papa denomina “un nuevo estado de cosas”; el segundo, desarrolla los principios doctrinales; y el tercero, presenta directivas pastorales.
Nuevo estado de cosas: En el primer capítulo, entre los temas que configuran la nueva situación se encuentran el problema demográfico, las condiciones de trabajo, vivienda y la vida económica y su influencia en la educación y crianza de los hijos, la valoración de la mujer y las adquisiciones científicas que controlan las leyes mismas de transmisión de la vida (HV 2). El Papa recuerda la competencia del Magisterio de la Iglesia para interpretar la ley moral natural y menciona el antecedente de los trabajos de la Comisión especial de estudio instituida por Juan XXIII en 1963.
Aspectos unitivo y procreativo del acto conyugal: El segundo capítulo, sobre los principios doctrinales, analiza la esencia y características del amor conyugal (humano, total, fiel y exclusivo y fecundo) y se detiene en la cuestión de la paternidad responsable. Luego, ante la problemática ética que plantean los nuevos métodos de regulación de la fertilidad, el Papa señala la importancia de respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial y reafirma “la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador” (HV 12).
Vías ilícitas para la regulación de nacimientos: Desarrolla luego las consecuencias que se derivan de los principios antes desarrollados y presenta las vías ilícitas para la regulación de los nacimientos, entre las que menciona “el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas” y “la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer”. Aclara que no se pueden justificar los actos conyugales intencionalmente infecundos con el argumento del “mal menor” y, además, que es “un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda” (HV 14).
Licitud del recurso a los periodos infecundos: Entra luego a considerar la diferencia entre el recurso a los períodos infecundos y los métodos de regulación artificial de la natalidad. Al respecto, sienta la doctrina que acepta la licitud del recurso a los períodos infecundos: “si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar” (HV 16). Aclara que “la Iglesia es coherente consigo misma” pues “entre este recurso [a los períodos infecundos] y los medios directamente contrarios a la fecundación, que siempre son ilícitos”, “existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales” (HV 16).
Graves consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad: Para ayudar a comprender la “consistencia de la doctrina de la Iglesia”, Pablo VI invita a los “hombres rectos” a considerar las consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad. Aquí es donde la encíclica revela su carácter profético y donde la experiencia de estos años ha demostrado que las graves denuncias que señalaba el Papa se han cumplido. En efecto, entre tales consecuencias señalaba “el camino fácil y amplio que se abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad”. También señalaba el riesgo de que se pierda “el respeto a la mujer” y que ella pase a ser considerada “como simple instrumento de goce egoístico y no como a compañera, respetada y amada”. Advertía también que estos métodos se podrían convertir en un “arma peligrosa” “en las manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales”. “¿Quién podría reprochar a un gobierno el aplicar a la solución de los problemas de la colectividad lo que hubiera sido reconocido lícito a los cónyuges para la solución de un problema familiar? ¿Quién impediría a los gobernantes favorecer y hasta imponer a sus pueblos, si lo consideraran necesario, el método anticonceptivo que ellos juzgaren más eficaz?”
La experiencia de estos años nos permite constatar el carácter profético de la denuncia de Pablo VI. En efecto, hemos asistido al lanzamiento en todo el mundo y especialmente en los países más pobres a programas de salud reproductiva que han significado nuevas y sutiles formas de control de la población y de violación de los derechos de la persona y la familia.
Vale pues recordar que Pablo VI advertía que “en tal modo los hombres, queriendo evitar las dificultades individuales, familiares o sociales que se encuentran en el cumplimiento de la ley divina, llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más personal y más reservado de la intimidad conyugal” (HV 17).
Por ello, exhortaba el Papa: “sino se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de engendrar la vida, se deben reconocer necesariamente unos límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre su propio cuerpo y sus funciones; límites que a ningún hombre, privado o revestido de autoridad, es lícito quebrantar. Y tales límites no pueden ser determinados sino por el respeto debido a la integridad del organismo humano y de sus funciones, según los principios antes recordados y según la recta inteligencia del “principio de totalidad” ilustrado por nuestro predecesor Pío XII” (HV 17).
La Iglesia, garante de los valores humanos: Finalmente, esta segunda parte de la Encíclica termina con una reafirmación de la importancia de la misión de la Iglesia, garantía de los auténticos valores humanos. Decía el Papa: “Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana; ella compromete al hombre a no abdicar la propia responsabilidad para someterse a los medios técnicos; defiende con esto mismo la dignidad de los cónyuges. Fiel a las enseñanzas y al ejemplo del Salvador, ella se demuestra amiga sincera y desinteresada de los hombres a quienes quiere ayudar, ya desde su camino terreno, “a participar como hijos a la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres” (HV 18).
Directivas pastorales: El tercer capítulo de la encíclica está dedicado a dar precisas directivas pastorales con la finalidad de que la Iglesia, “Madre y Maestra”, pueda confortar a los hombres en el camino de una “honesta regulación de la natalidad, aun en medio de las difíciles condiciones que hoy afligen a las familias y a los pueblos”. Estas directivas incluyen un llamamiento a las autoridades públicas,a los hombres de ciencia, a los esposos cristianos, a los médicos y al personal sanitario, a los sacerdotes y los Obispos.
El Llamamiento final: la encíclica finaliza con un llamamiento a una gran obra de educación, de progreso y de amor sabiendo “que el hombre no puede hallar la verdadera felicidad, a la que aspira con todo su ser, más que en el respeto de las leyes grabadas por Dios en su naturaleza y que debe observar con inteligencia y amor”.



Octogésima Adveniens
Carta apostólica que habla sobre el pluralismo opcional de los católicos en la vida política. (1971, Paulo VI)
Por: P. Manuel Loza Macías | Fuente: www.usem.org.mx
Carta Apostólica promulgada por el Papa Paulo VI el 14 de mayo de 1971.
Sobre el pluralismo opcional de los católicos en la vida política.
CONTEXTO.
La cuestión social desde muchos años atrás había cobrado una dimensión global. Las condiciones laborales de la producción, la inequidad de los intercambios internacionales, el consumismo en grandes sectores de la población y el atraso agropecuario persistentes ya eran alarmantes. Además se agudizaban otros problemas conexos con los anteriores, tales como: la explosión demográfica, el desempleo, la injusticia social, los egoísmos, el feminismo, las discriminaciones raciales, las emigraciones desordenadas, el impacto incontrolado de los medios de comunicación entre otros.
En este marco histórico algunos dirigentes cristianos, laicos y religiosos, se inclinaban impacientes por caminos revolucionarios violentos, y armados. Se imaginaban que podían echar mano del método de análisis y praxis para ver las grandes diferencias sociales y penetrar en consecuencia sin admitir los postulados filosóficos e ideológicos del marxismo y sin caer en las consecuencias dictatoriales del mismo. También era el tiempo en que en algunos países iban apareciendo diversas versiones de las llamadas economías mixtas con que se experimentaban diversos grados de intervención gubernamental en la vida socio-económica.
En este momento de confusión era urgente que el Magisterio de la Iglesia indicara por dónde no y por dónde sí habría que buscar los remedios a los males sociales dentro de una ética que permeara una sociedad, justa, responsable, libre y en paz. A los cristianos SS. Paulo VI da líneas para señalar escollos y navegar valientemente en los tiempos borrascosos.
CONTENIDO.
Es un recuerdo de la Rerum Novarum que cumplía ya ochenta años de promulgada, escribió está para salir al encuentro de los problemas mencionados. Da pues, algunas orientaciones, sobre el pluralismo en la vida política. Reconoce un llamamiento a nivel universal en la práctica de una mayor justicia. La diversidad de situaciones de los cristianos en el actual mundo, y los convoca a un pluralismo ético en la acción. A la luz del evangelio ilumina el análisis de los nuevos problemas sociales y da directrices para su solución: la urbanización, la situación de los jóvenes, de la mujer, de los trabajadores, de las discriminaciones, de los medios de comunicación, y del medio ambiente.
Da un juicio sobre las ideas sociales que fundamentan las tendencias contemporáneas, que implican la actividad económica y la dignidad de las personas. Con toda claridad se refiere a los liberalismo, al marxismo y ciertas corrientes teológicas de la liberación. Defiende el derecho y el deber a participar en la vida social. Habla de acción política sana. Contiene pues, la confirmación de la enseñanza social de la Iglesia: una justicia mayor, y una presencia de los cristianos en la acción política, con una participación activa en la responsabilidad de las diversas formas del Estado.
ACTUALIDAD.
La participación política es un deber de todos los hombres, pero ¿Todos los sistemas socio-económicos pueden ser aceptados por un cristiano?, ¿ Todas las políticas y estrategias son válidas , prescindiendo de su base ideológica?, ¿Qué criterios debemos asumir al buscar soluciones a la problemática actual? Si todos los ciudadanos tenemos una obligación social de participación política en el país, con miras de aliviar las necesidades de los pobres, los hombres de empresa la tienen aún mayor, por la situación privilegiada que poseen y su impacto más eficaz.
Hoy son válidas las enseñanzas pontificias, aún caídos los socialismos reales, para no ir a caer en el neoliberalismo. Es bueno recordar que todos somos responsables de todos y que no podemos ni debemos permanecer indiferentes, como espectadores pasivos de la situación económica y social de los demás.



JUAN PABLO II

Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyła y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que naciera él.
Fue bautizado por el sacerdote Franciszek Zak el 20 de junio de 1920 en la Iglesia parroquial de Wadowice; a los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro.
Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.
A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino.
Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946 de manos del Arzobispo Sapieha.
Seguidamente fue enviado a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en 1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.
El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967, con el título de San Cesareo en Palatio, Diaconía elevada pro illa vice a título presbiteral.
Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965), con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyła tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.
Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia y ha durado casi 27 años.
Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la "sollicitudo omnium Ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas.
Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Ese número no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas [más de 8 millones de peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000] y los millones de fieles que el Papa encontró durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros.
Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.
Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.
Bajo su guía, la Iglesia se acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio millennio adveniente; y se asomó después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta apostólica Novo millennio ineunte, en la que mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.
Con el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió la renovación espiritual de la Iglesia.
Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.
Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno "in pectore", cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Además, convocó 6 reuniones plenarias del colegio cardenalicio.
Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990, 1994 y 2001), 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales (1980, 1991, 1994, 1995, 1997, 1998 (2) y 1999).
Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas.
Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, a la luz de la Revelación, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales; y reorganizó la Curia Romana.
Publicó también cinco libros como doctor privado: "Cruzando el umbral de la esperanza" (octubre de 1994);"Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal" (noviembre de 1996); "Tríptico romano - Meditaciones", libro de poesías (marzo de 2003); “¡Levantaos! ¡Vamos!” (mayo de 2004) y “Memoria e identidad” (febrero de 2005).
Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina.
Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.
El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005.
El Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011.
El Santo Padre Francisco lo canonizó, junto a Juan XXIII, el 27 de abril del 2014.







Laborem Exercens.
Carta Encíclica promulgada por el Papa Juan Pablo II el 14 de Septiembre de 1981.
Sobre el trabajo Humano.
CONTEXTO.
La encíclica Laborem Exercens tiene una visión histórica y global de la civilización occidental que se ha preocupado sobre todo de desarrollar el lado objetivo del trabajo para someter a la naturaleza y liberar al hombre de condiciones de vida de gran pobreza y miseria. Ha logrado de modo extraordinario acrecentar el control del hombre sobre la naturaleza. Sin embargo, el lado subjetivo del trabajo ha sido casi totalmente descuidado.
El hombre ha elegido las formas de su cooperación en el trabajo y, su organización social en total independencia del justo desarrollo de la persona humana. El resultado es que hoy nos hallamos más seguros que en el pasado frente a las amenazas que provienen de la naturaleza (carestía, sequía, inundación, etc.), pero mil veces más inseguros ante las amenazas que nos vienen de los demás hombres o que surgen de nuestra propia intimidad personal (crisis económica, guerras, alienación, neurosis de las grandes concentraciones urbanas...). De hecho, no nos hemos parado a pensar y proyectar nuestro trabajo de suerte que nos haga plenamente humanos.
CONTENIDO.
La presente encíclica trata la concepción del hombre y del trabajo. El enfoque general responde a un análisis de la época moderna, en que se han desarrollado con enorme profusión experiencias de carácter económico, social, histórico, teológico, antropológico, etc. Generalmente acerca del trabajo humano, se ha ignorado su concepto exacto.
La Encíclica va más al fondo, llega al corazón del concepto mismo del trabajo humano. En lugar de trazar un modelo ideal, Juan Pablo II ayuda a comprender lo que ha acontecido y sigue aconteciendo en la historia, de qué modo puede el hombre transformarse con su trabajo, hacerse más hombre. Además Laborem Exercens muestra cómo los socialismos tratan a los seres humanos como instrumentos de producción y no como personas-sujetos de trabajo. Por otra parte, en los liberalismos se les trata como mercancía sujeta al mercado de la oferta y la demanda. Con la proletarización de los intelectuales y su desempleo, se incrementa el problema social.
Enfatiza los elementos de una espiritualidad del trabajo: los seres humanos comparten sus actividades con la acción de Dios; el trabajo imita la acción de Dios y otorga dignidad al trabajador. Nuestro Señor Jesucristo fue un hombre de trabajo. Hay en la Sagrada Escritura muchas referencias al trabajo; el Concilio Vaticano II dice que: el trabajo es necesario para el progreso terreno y para el desarrollo del Reino.
ACTUALIDAD.
También hoy: El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre. Esta es la actualidad que nos ofrece Laborem Exercens , recordarnos a todos, la importancia del cuidado y desempeño del trabajo bien hecho, no sólo para nuestros colaboradores, sino también para el empresario.
Los empresarios directos e indirectos deben de actuar en contra del desempleo creando fondos de desempleo, sistemas de planeación global a nivel económico y cultural, no centralizados por las autoridades pública sino en coordinación nacional admitiendo la iniciativa individual. Colaboración internacional para aminorar el desequilibrio en los niveles de vida.
Además hoy hemos de buscar las condiciones para crear: salarios suficientes para el sostenimiento de una familia. Subsidio a las madres que tienen a su cargo una familia. Valorar teórica y prácticamente el papel de la madre en la sociedad. Crear oportunidades equitativas para las mujeres. Defender el derecho de las personas de a abandonar sus países de origen, para ir a otro en busca de mejores condiciones.



Medellín (1968)
La Asamblea General del Episcopado Latino Americano que se celebra en Medellín entre agosto y septiembre de 1968, marca, sin duda, un antes y un después en la historia de la Iglesia Latino-americana. Quizá ningún documento de la Conferencia ha sido más citado.
El comienzo de la Conferencia se retrasó, ya que debía haberse celebrado en 1965 (10 años después de Río), precisamente porque se estaba celebrando entonces el Concilio Vaticano II que terminaría en Diciembre del año 66. Ello fue ocasión de la primera visita de un Papa a América Latina, pues Pablo VI viajó a Colombia para inaugurar la Conferencia de Medellín.
La II Asamblea General de la Iglesia L.A. se enmarca así en la revisión a fondo de su pastoral, en el escrutar los signos de los tiempos y en la renovación en profundidad que marca el Vaticano II. Pero, además, Medellín también es deudor del magisterio de Pablo VI: principalmente de su Encíclica "Populorum Progressio", de la Homilía de Navidad de 1967, deI Mensaje de la Paz del 1° de Enero de 1968, y de los Discursos que el Papa pronunció en Colombia con ocasión de su visita en diversos encuentros.
Sus ponencias y conclusiones, que orientan y muestran derroteros nuevos para el caminar de una Iglesia en búsqueda y preocupada por la situación del pueblo latinoamericano, recogen, a la vez, muchos de los esfuerzos e iniciativas ya presentes en esa Iglesia, que está viva y ha optado por los marginados, comenzando a vivir en mayor pobreza, a tener una ubicación más cercana al mundo de los pobres, y a compartir con los pobres, sufrimientos y ansias de liberación.
Precisamente Pablo VI en su discurso de apertura hace de esto un público reconocimiento: "estamos informados de los rasgos generosos realizados en algunas diócesis que han puesto a disposición de las poblaciones necesitadas las propiedades de terrenos que les quedaban siguiendo planes bien estudiados de reforma agraria", "existen en la Iglesia personas que ya experimentan las privaciones inherentes a la pobreza, por insuficiencia a veces de pan y frecuentemente de recursos".
Y son los propios Obispos los que en su Mensaje a los Pueblos de América Latina que, reconociendo que "nuestros pueblos aspiran a su liberación y a su crecimiento en humanidad", pedirán para un primer compromiso: "inspirar, alentar y urgir un orden nuevo de justicia que incorpore a todos los hombres en la gestión de sus propias comunidades".
De esta forma Medellín va a tener una gran resonancia no solo en la Iglesia de América Latina, sino que su mensaje va a llegar también a Europa y a otros continentes, que ven el compromiso de una Iglesia fuerte a pesar de sus limitaciones. Sobre todo los documentos de "Justicia" y "Paz" con una clara denuncia profética de la situación tendrán una voz que se prolongará más allá de sus fronteras y que aún hoy permanece viva.
Aunque damos la importancia debida a las ponencias (que el Celam publicó conjuntamente) nos referiremos sólo a las Conclusiones que están recogidas en 16 documentos, repartidos en tres áreas:
Área de promoción humana: Justicia. Paz. Familia y demografía. Educación. Juventud. Area de evangelización y crecimiento en la fe: Pastoral popular. Pastoral de élites. Catequesis. Liturgia. Area de Iglesia visible y sus estructuras: Movimientos de laicos. Sacerdotes. Religiosos. Formación del clero. Pobreza de la Iglesia. Pastoral de conjunto. Medios de comunicación social.
2.1. Ejes más importantes
Medellín hace un claro discernimiento de la situación de pobreza y subdesarrollo en que viven las grandes mayorías de los pueblos I.a., denuncia con claridad algunas causas de este estado y toma posición y aporta directrices muy importantes para una nueva pastoral I.a.. Lo sintetizamos en los siguientes ejes:
a) Desarrollo, justicia y paz. Conocedor de los numerosos estudios sobre la situación del hombre latinoamericano, y haciendo alusión a sus propios documentos de trabajo, Medellín comienza el documento de "Justicia" diciendo: "En todos ellos se describe la miseria que margina a grandes grupos humanos. Esa miseria, como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo". Y va reseñando la situación de: familia, juventud, mujer, campesinos, clase media, el éxodo de profesionales, los pequeños artesanos e industriales, para terminar diciendo: "no podemos ignorar el fenómeno de esta casi universal frustración de legítimas aspiraciones que crea el clima de angustia colectiva que ya estamos viviendo".
También denuncia una situación de injusticia en lo que atañe a la cultura y a los ejes económicos: "Una situación injusta es también la falta de integración sociocultural, que ha dado origen a la superposición de culturas. Y, por lo que toca a lo económico, se han implantado sistemas que contemplan sólo las posibilidades de los sectores con alto poder adquisitivo, lo que origina una frecuente inestabilidad política y la consolidación de instituciones puramente formales."
En relación al mundo de las estructuras económicas, Medellín denuncia por igual tanto al sistema liberal capitalista como al marxismo: "El sistema liberal capitalista y la tentación marxista parecieran agotar en nuestro continente las posibilidades de agotar las estructuras económicas. Ambos sistemas atentan contra la dignidad de la persona humana..."
Medellín fiel al espíritu y la letra de la "Populorum progressio" va a unir tres términos: desarrollo, justicia y paz, y denunciará que: "el subdesarrollo latino-americano, con características propias de los diversos países, es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz".
El documento de la "Paz" sistematiza estas tensiones en tres grandes grupos:
Tensiones entre clases y colonialismo interno: las más diversas formas de marginalidad, desigualdades excesivas entre las diversas clases sociales, frustraciones crecientes, formas de opresión de grupos y sectores dominantes, poder ejercido injustamente, todo lo cual se hace cada vez más intolerable por la creciente toma de conciencia de los sectores oprimidos.
Tensiones internacionales y colonialismo externo: destacando "las consecuencias que entraña para nuestros países su dependencia de un centro de poder económico en torno al cual gravitan. De allí resulta, que nuestras naciones, con frecuencia, no son dueñas de sus bienes ni de sus decisiones económicas", puesto que hay: "distorsión creciente del comercio internacional (las materias primas cada vez valen menos con relación al costo de los productos manufacturados) lo que significa el empobrecimiento de unos países mientras que los países industrializados se enriquecen cada vez más" Y más todavía con la fuga de capitales económicos y humanos, evasión de impuestos y fuga de las ganancias, endeudamiento progresivo, monopolios internacionales e imperialismo político tanto indirecto como directo.
Tensiones entre los países de América Latina: Aunque el fenómeno tiene orígenes históricos-políticos, manifiesta Medellín que debiera estar ya superado, sin embargo todavía permanecen factores que favorecen las tensiones entre nuestras naciones, y el documento señala dos: Un nacionalismo exacerbado en algunos países y el armamentismo.
b) Paz y violencia. Haciendo una reflexión doctrinal, nos presenta una visión cristiana de la paz, que le pone muy por encima de la ausencia de violencia, lo desarrolla en tres puntos:
"La paz es ante todo obra de la justicia. Supone y exige la instauración de un orden justo, en el que los hombres puedan realizarse como hombres, en donde su dignidad sea respetada, sus legítimas aspiraciones satisfechas, su acceso a la verdad reconocido, su libertad garantizada. Un orden en el que los hombres no sean objetos, sino agentes de su propia historia. Allí, pues, donde existen injustas desigualdades entre los hombres y naciones, se atenta contra la paz".
De aquí, deduce que: "la paz en América Latina, no es por lo tanto la simple ausencia de violencias y derramamientos de sangre. La opresión ejercida por los grupos de poder puede dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero en realidad no es sino el germen continuo e inevitable de rebeliones y guerras".
En segundo lugar, "la paz es un quehacer permanente que implica constantemente cambio de estructuras, transformación de actitudes, conversión de corazones". "La paz no se encuentra, se construye. El cristiano es un artesano de la paz".
En tercer lugar, "la paz es fruto del amor" expresión de una real fraternidad entre los hombres, fraternidad aportada por Cristo, Príncipe de la Paz, al reconciliar a todos los hombres con el Padre".
Los obispos son también conscientes del peligro de la lucha armada en el continente y por ello advierten: "La violencia constituye uno de los problemas más graves que se plantean en América Latina. No se puede abandonar a los impulsos de la emoción y de la pasión una decisión de la que depende todo el porvenir de los países del continente" "Debemos reafirmar nuestra fe en la fecundidad de la paz. La violencia no es ni cristiana ni evangélica. El cristiano es pacífico y no se ruboriza de ello. No es simplemente pacifista porque es capaz de combatir. Pero prefiere la paz a la guerra".
Pero también señalan que "América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada... No debe extrañarnos, pues, que nazca en América Latina la tentación de la violencia. No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los derechos humanos".
Justamente es lo que destacan en la segunda y tercera línea pastoral de las conclusiones del documento: "Defender, según el mandato evangélico, los derechos de los pobres y oprimidos, urgiendo a nuestros gobiernos y clases dirigentes a que eliminen todo cuanto destruya la paz social: injusticias, inercia, venalidad, insensibilidad" y "denunciar enérgicamente los abusos y las injustas consecuencias de las desigualdades excesivas entre ricos y pobres".
c) Opción por los jóvenes. Si destacamos este eje en los Documentos de Medellín no es por la calidad de sus aportes, que son más bien pequeños, sino por la importancia de que por vez primera se dedique un documento completo a la juventud. Es como una llamada de atención ante la importancia de este campo donde la Iglesia y la sociedad se juegan algo muy importante.
Ya el Vaticano II, mostró su preocupación al dedicar una Declaración al problema de la educación cristiana de la juventud, y también el Papa Pablo VI en el discurso de apertura de la II Asamblea del Episcopado mantiene esa misma preocupación cuando dice que es un tema: "digno del máximo interés y de grandísima actualidad". Ahora el tema es recogido por los obispos que le dedican un documento bajo el título genérico de "juventud" y le dan toda la importancia ya que la juventud "constituye hoy no sólo el grupo más numeroso de la sociedad latinoamericana, sino también una gran fuerza nueva de presión".
En primer lugar los Obispos hacen un pequeño análisis de las características de la juventud actual.
Reconocen que "la juventud se presenta como un nuevo cuerpo social portador de sus propias ideas y valores, que vive a la vez una época de crisis y cambios que son causa de conflictos, lo que exige un sincero esfuerzo de comprensión y diálogo".
Expresan, sin embargo, que la juventud no es algo monolítico: hay sectores que aceptan pasivamente las formas burguesas, mientras otros lo rechazan con marcado radicalismo, por considerarlo falto de autenticidad.
El documento señala también que la juventud es particularmente sensible a los problemas sociales y reclama los cambios profundos y rápidos que garanticen una sociedad más justa, reclamos que a veces se sienten tentados a expresar por medio de la violencia. También tienen la tendencia a reunirse en grupos o comunidades, tendencia que crece cada día más, pero rechazando las organizaciones demasiado institucionalizadas, rígidas o las de agrupación masiva.
Tras este somero análisis, Medellín establece unos criterios básicos de orientación pastoral y finaliza con algunas recomendaciones pastorales entre las que destacan:
"Que la Iglesia adopte una actitud francamente acogedora hacia la juventud, esto le ayudará a comprender sus valores y auscultar sus actitudes"... "Sabiendo lo que representa para los jóvenes el valor de la autenticidad debe ayudarles a profundizar en ella, y a que se hagan una autocrítica de sus propias deficiencias".
Al pedir que se manifieste en la Iglesia una sincera voluntad de diálogo con la juventud, recuerda que esta voluntad implica entre otras cosas "que se presente cada vez más nítido en Latinoamérica el rostro de una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres".
d) Pastoral popular. Según las estadísticas América Latina es un continente muy mayoritariamente católico, algunos países lo son casi exclusivamente, pero sabemos las condiciones en que viven su fe la mayoría de los católicos. Es importante el saber discernir las directrices para una adecuada pastoral popular, respecto a ello se hacen primero unas constataciones que hay que tener muy en cuenta:
Constataciones:
La primera constatación es la enorme dificultad y complejidad para conservar o transmitir la fe. "en la gran masa de bautizados de América Latina las condiciones de fe, creencias y prácticas religiosas son muy diversas, no solo de un país a otro, sino incluso entre regiones de un mismo país y entre los diversos niveles sociales. A esto se añade el proceso de transformación cultural y religiosa, la explosión demográfica, las migraciones internas, los cambios socio-culturales, la escasez de personal apostólico, la deficiente adaptación de las estructuras eclesiales".
La segunda constatación es que "hasta ahora se ha contado principalmente con una pastoral de conservación, basada en la sacramentalización con poco énfasis en la evangelización, que si en un tiempo, por semejanza de estructuras.... pudo ser apta, hoy ya no lo es".
La tercera es recordar que nuestra religiosidad popular: "es una religiosidad de votos, promesas, peregrinaciones y un sin fín de devociones. Se basa en la recepción de sacramentos, sobre todo bautismo y primera comunión, recepción que tiene mas bien repercusiones sociales que un verdadero influjo en el ejercicio de la vida cristiana".
Una cuarta constatación es más bien positiva: "se advierte en la expresión de la religiosidad popular una enorme reserva de virtudes auténticamente cristianas, especialmente en orden a la caridad, aun cuando muestre deficiencias en su conducta moral".
Ante esto "la Iglesia se encuentra en el dilema de seguir siendo Iglesia universal o de convertirse en una secta, al no incorporar vitalmente a sí a aquellos hombres que se expresan en ese tipo de religiosidad. Para ser Iglesia y no secta, deberá ofrecer su mensaje de salvación a todos los hombres, corriendo quizá el riesgo de que no todos lo acepten del mismo modo y con la misma intensidad".
Finalmente, dice Medellín, "al enjuiciar la religiosidad popular no podemos partir de una interpretación cultural occidentalizada, propia de las clases medias y altas urbanas, sino del significado que esa religiosidad tiene en el contexto de la subcultura, de los grupos rurales y de los grupos marginados".
Sus expresiones pueden estar deformadas y mezcladas en cierta medida con su patrimonio religioso ancestral, tienen el peligro de ser influidas por prácticas mágicas y supersticiosas. Incluso en el fenómeno religioso existen motivaciones distintas que, por ser humanas, son mixtas y pueden responder a deseos de seguridad, contingencia, impotencia o a necesidad de adoración o gratitud.
Recomendaciones:
El estudio serio: "En primer lugar, Medellín, pide estudios serios y sistemáticos sobre la religiosidad popular y sus manifestaciones, así como de las subculturas propias y de las exigencias y aspiraciones de los hombres".
Impregnar de evangelio. "Que las manifestaciones populares, como romerías, peregrinaciones, devociones diversas, se impregnen de la palabra evangélica..."
Corregir errores. "Que se revisen las devociones a los santos para que no sean tomados sólo como intercesores sino también como modelos de vida de imitación de Cristo". "Que las devociones y los sacramentos no lleven al hombre a una aceptación semifatalista, sino que lo eduquen para ser cocreador y gestor con Dios de su destino".
Formación de comunidades: "Que se procure la formación del mayor número de comunidades eclesiales en las parroquias especialmente rurales o de marginados urbanos". Comunidades que deben basarse en la Palabra de Dios y en cuanto sea posible en la celebración eucarística... por el sentido de pertenencia harán que sus miembros sean solidarios en una misma misión común y logren una participación activa, consciente y fructuosa en la vida litúrgica y en la convivencia comunitaria.
e) Pobreza de la Iglesia. Fiel a la línea eje que se refleja en todos los documentos, los Obispos abordan el problema de la pobreza de la Iglesia desde la situación de "las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria".
- El pueblo reclama de la Iglesia una actitud más clara: "Un sordo clamor brota de millones de hombres pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega", pero, sin embargo, llegan "las quejas de que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos".
Por eso Medellín desea hacerse eco de estas llamadas, llamando a la Iglesia a una actitud de autocrítica. Los Obispos, aun precisando que muchas veces se confunde la apariencia con la realidad, puesto que hay muchísimas parroquias y diócesis que son extremadamente pobres y que hay obispos, sacerdotes y religiosos que viven llenos de privaciones y se entregan al servicio de los pobres; reconocen, sin embargo, que existen muchas causas que han podido contribuir a crear esa imagen de Iglesia rica: los grandes edificios, las casas de párrocos y religiosos cuando son superiores al barrio donde viven, los vehículos propios a veces lujosos, la manera de vestir. Por otra parte, añaden, el sistema de aranceles, las pensiones escolares, el mantenimiento de obras educacionales, han llegado a ser mal vistos y a crear una opinión exagerada de las sumas percibidas. Aunque debemos reconocer que hay casos aislados de condenable enriquecimiento que, sin embargo, han sido, indebidamente, generalizados.
- Como consecuencia de esta doble constatación: de la vida de las grandes mayorías y de la realidad eclesial, los Obispos afirman una verdad elemental pero que hace pensar: "los obispos, sacerdotes y religiosos tenemos lo necesario para la vida y una cierta seguridad, mientras los pobres carecen de lo indispensable y se debaten entre la angustia y la incertidumbre. Y no faltan casos en que los pobres sientan que sus obispos, o sus párrocos o religiosos, no se identifican realmente con ellos, con sus problemas y sus angustias".
- Motivación doctrinal para una vida de pobreza en la Iglesia.
Se distinguen en el documento tres clases de pobreza: La pobreza (como un mal contraria a la voluntad de Dios), la pobreza espiritual, como esa actitud de apertura a Dios de quien todo lo espera y que aunque valorice los bienes del mundo no se apega a ellos, y la pobreza como compromiso, que asume voluntariamente y por amor la condición de los necesitados para testimoniar el mal que ella representa y la libertad espiritual frente a los bienes.
En este contexto de la pobreza como compromiso una Iglesia pobre: -Denuncia la injusticia de la carencia de bienes necesarios y el pecado que lo engendra. -Predica y vive la pobreza espiritual y se compromete ella misma en la pobreza material, recordando que la pobreza de la Iglesia es una constante en la Historia de la Salvación.
- Orientaciones pastorales. Reclama para la Iglesia en América Latina que sea evangelizadora de los pobres y solidaria con ellos, para ello debe tener:
Una primera línea de acción de preferencia y solidaridad. Preferencia efectiva a los sectores más pobres y necesitados y a los segregados por cualquier causa. Agudizando la conciencia de solidaridad con los pobres, haciendo nuestros sus problemas y sus luchas, denunciando la injusticia y la opresión en la intolerable situación que soporta y estableciendo con ellos una línea de promoción humana que respete su dignidad personal.
- Un testimonio efectivo: obras, instituciones, vivienda, estilo de vida modestos y sin ostentación. Asimismo el tratamiento que debe renunciar a cualquiera ostentación honorífica. Superar el sistema arancelario, reemplazándolo por otras formas de cooperación económica desligadas de la administración de los sacramentos. Incorporar a los laicos en la administración de los bienes diocesanos o parroquiales. Poner los medios técnicos necesarios al servicio de la comunidad. Dar testimonio de pobreza y desprendimiento.
El motor para este servicio de la Iglesia Latino Americana se toma de la frase de la Gaudium et Spes recogida en el discurso de clausura del Vaticano II: "no impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna sino que quiere ser humilde servidora de todos los hombres".
- Por eso los Obispos concluyen: "Queremos que nuestra Iglesia Latino Americana esté libre de ataduras temporales, de convivencias y de prestigio ambiguo, que, libre de espíritu, respecto a los vínculos de la riqueza, sea más transparente y fuerte su misión de servicio; que esté presente en la vida y las tareas temporales, reflejando la luz de Cristo, presente en la construcción del mundo.
f) Pastoral de conjunto. Es también uno de los aportes centrales de Medellín. La necesidad de reclamar una pastoral de conjunto nace de la opción por los pobres que la Iglesia ha tomado con claridad. Precisamente el documento comienza por señalar la dimensión de la tarea que tiene la Iglesia: "millones de hombres que se encuentran marginados en la sociedad e impedidos de alcanzar la plena dimensión de su destino". Esta situación reta a la Iglesia a activar el proceso de integración de los marginados a los beneficios de la vida social y la integración económica y cultural.
La Iglesia debe afrontar este reto con estructuras pastorales aptas, es decir: marcadas por el signo de la organicidad y la unidad, estructuras que ayuden a satisfacer las necesidades, y, al mismo tiempo, estructuras que deben estar dentro de la naturaleza de la Iglesia.
La renovación de estructuras es el segundo gran aporte de Medellín en relación a la pastoral de conjunto. En el conjunto de estructuras reclamadas por Medellín, destacan dos: la ubicada en la misma base, y la última en la cúpula.
En la base Medellín reconoce y propone a las comunidades cristianas de base, realidad aún incipiente en América Latina que para Medellín es "el primero y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo".
En la parte final de la pirámide, habiendo recorrido antes también: parroquias, vicarias foráneas, zonas, diócesis y conferencias episcopales, Medellín propone con fuerza a los Organismos Continentales, concretamente el CELAM, que en su conjunto y a través de sus Departamentos, promuevan la reflexión integral y continuada y la enriquecedora comunión de experiencias en el campo pastoral.


Resumen del Documento Final de la V Conferencia General del CELAM       

      1. Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe 

quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final que resume las conclusiones de su diálogo, una renovación de la acción de la Iglesia. Todos sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él. En la senda abierta por el Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, han reflexionado sobre el tema tema Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida.‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ' (Jn 14,6) , y han procurado trazar en comunión líneas comunes para proseguir la nueva evangelización a nivel regional.
2. Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la cultura de nuestros pueblos es “ la fe en Dios Amor ”. Reconocen con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quieren iniciar una nueva etapa pastoral , en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el Evangelio de Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres. En diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3). Se han propuesto renovar las comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la trasmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen las culturas de los pueblos.

3. En ese contexto y con ese espíritu ofrecen sus conclusiones abiertas en el Documento final . El texto tiene tres grandes partes que sigue el método de reflexión teológico-pastoral “ver, juzgar y actuar”. Así se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar la meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera, que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión. Ese esquema tripartito está hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en Cristo, y está recorrido transversalmente por las palabras de Jesús, el Buen Pastor: “ Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia ” (Jn 10,10).

4. La primera parte se titula La vida de nuestros pueblos . Allí se considera, brevemente, al sujeto que mira la realidad y que bendice a Dios por todos los dones recibidos, en especial, por la gracia de la fe que lo hace seguidor de Jesús y por el gozo de participar en la misión eclesial. Ese capítulo primero, que tiene el tono de un himno de alabanza y acción de gracia s, se denomina Los discípulos misioneros . Inmediatamente sigue el capítulo segundo, el más largo de esta parte, titulado Mirada de los discípulos misioneros hacia la realidad . Con una mirada teologal y pastoral considera, con cierto detenimiento, los grandes cambios que están sucediendo en nuestro continente y en el mundo , y que interpelan a la evangelización. Se analizan varios procesos históricos complejos y en curso en los niveles sociocultural, económico, sociopolítico, étnico y ecológico, y se disciernen grandes desafíos como la globalización, la injusticia estructural, la crisis en la trasmisión de la fe y otros. Allí se plantean muchas realidades que afectan la vida cotidiana de nuestros pueblos. En ese contexto, considera la difícil situación de nuestra Iglesia en esta hora de desafíos, haciendo un balance de signos positivos y negativos.

5. La segunda parte , a partir de la mirada al hoy de América Latina y El Caribe, ingresa en el núcleo del tema. Su título es La Vida de Jesucristo en los discípulos misioneros . Indica la belleza de la fe en Jesucristo como fuente de Vida para los hombres y mujeres que se unen a Él y recorren el camino del discipulado misionero. Aquí, tomando como eje la Vida que Cristo nos ha traído, se tratan, en cuatro capítulos sucesivos, grandes dimensiones interrelacionadas que conciernen a los cristianos en cuanto discípulos misioneros de Cristo: la alegría de ser llamados a anunciar el Evangelio, con todas sus repercusiones como “buena noticia” en la persona y en la sociedad (capítulo tercero); la vocación a la santidad que hemos recibido los que seguimos a Jesús, al ser configurados con Él y estar animados por el Espíritu Santo (capítulo cuarto); la comunión de todo el Pueblo de Dios y de todos en el Pueblo de Dios, contemplando desde la perspectiva discipular y misionera los distintos miembros de la Iglesia con sus vocaciones específicas, y el diálogo ecuménico, el vínculo con el judaísmo y el diálogo interreligioso (capítulo cinco); por fin, se plantea un itinerario para los discípulos misioneros que considera la riqueza espiritual de la piedad popular católica, una espiritualidad trinitaria, cristocéntrica y mariana de estilo comunitario y misionero, y variados procesos formativos, con sus criterios y sus lugares según los diversos fieles cristianos, prestando especial atención a la iniciación cristiana, la catequesis permanente y la formación pastoral (capítulo sexto). Aquí está una de las novedades del Documento que busca revitalizar la vida de los bautizados para que permanezcan y avancen en el seguimiento de Jesús.

6. La tercera parte ingresa plenamente en la misión actual de la Iglesia latinoamericana y caribeña. Conforme al tema se la formula con el título La vida de Jesucristo para nuestros pueblos . Sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos teológicos, aquí se consideran las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero. En un núcleo decisivo del Documento se presenta La misión de los discípulos misioneros al servicio de la vida plena , considerando la Vida nueva que Cristo nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misión, porque el discipulado y la misión son como las dos caras de una misma medalla. Aquí se desarrolla una gran opción de la Conferencia : convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera . Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aquí se impulsa una misión continental que tendría por agentes a las diócesis y a los episcopados (capítulo siete).

Luego se analizan algunos ámbitos y algunas prioridades que se quieren impulsar en la misión de los discípulos entre nuestros pueblos al alba del tercer milenio. En El Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana se confirma la opción preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medellín, a partir del hecho de que en Cristo Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, se reconocen nuevos rostros de los pobres (vg., los desempleados, migrantes, abandonados, enfermos, y otros) y se promueve la justicia y la solidaridad internacional (capítulo ocho). Bajo el título Familia, personas y vida , a partir del anuncio de la Buena Noticia de la dignidad infinita de todo ser humano, creado a imagen de Dios y recreado como hijo de Dios, se promueve una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, y una cultura del respeto a la vida en la sociedad; al mismo tiempo se desea acompañar pastoralmente a las personas en sus diversas condiciones de niños, jóvenes y adultos mayores, de mujeres y varones, y se fomenta el cuidado del medio ambiente como casa común (capítulo nueve).

En el último capítulo, titulado Nuestros pueblos y la cultura , continuando y actualizando las opciones de Puebla y de Santo Domingo por la evangelización de la cultura y la evangelización inculturada, se tratan los desafíos pastorales de la educación y la comunicación, los nuevos areópagos y los centros de decisión, la pastoral de las grandes ciudades, la presencia de cristianos en la vida pública, especialmente el compromiso político de los laicos por una ciudadanía plena en la sociedad democrática, la solidaridad con los pueblos indígenas y afrodescendientes, y una acción evangelizadora que señale caminos de reconciliación, fraternidad e integración entre nuestros pueblos, para formar una comunidad regional de naciones en América Latina y El Caribe (capítulo diez).

7. Con un tono evangélico y pastoral, un lenguaje directo y propositivo, un espíritu interpelante y alentador, un entusiasmo misionero y esperanzado, una búsqueda creativa y realista, el Documento quiere renovar en todos los miembros de la Iglesia , convocados a ser discípulos misioneros de Cristo, “ la dulce y confortadora alegría de evangelizar ” (EN 80). Llevando las naves y echando las redes mar adentro, desea comunicar el amor del Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos a todos los bautizados y bautizadas, para que proclamen con audacia a Jesucristo al servicio de una vida en plenitud para nuestros pueblos. Con las palabras de los discípulos de Emaús y con la plegaria del Papa en su Discurso inaugural, el Documento concluye con una oración dirigida a Jesucristo: “ Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado ” (Lc 24,29).

8. Con todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina por América Latina y El Caribe, los discípulos misioneros encuentran la ternura del amor de Dios reflejada en el rostro de la Virgen María. Nuestra Madre querida, desde el santuario de Guadalupe , hace sentir a sus hijos más pequeños que están cobijados por su manto, y desde aquí, en Aparecida , nos invita a echar las redes para acercar a todos a su Hijo, Jesús, porque Él es “el Camino, la Verdad y la Vida ” ( Jn 14,6), sólo Él tiene “palabras de Vida eterna” (Jn 6,68) y Él vino para que todos “tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

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